El pasado primero de junio Norma Jean Baker, más conocida como Marilyn Monroe, habría cumplido 90 años. Creo que nadie se la puede imaginar como una señora mayor, una anciana paseando por su barrio o descansando en su hogar y en parte es porque en su prematura muerte inmortalizó la imagen de un icono popular que sigue vigente.
Muchas historias se cuentan sobre ella y muchas otras se escribieron sobre ella luego de su muerte, pero lo cierto es que ninguna es tan adorable como la escrita por su amigo Truman Capote.
El relato me deja una vivida imagen que siento real en mi retina cada vez que lo leo. Es como si yo misma estuviera siendo testigo de un momento capturado por Capote, que nos permite conocer a Marilyn (y a Norma) a través de los ojos de un amigo que comparte con ella tan solo unas horas del día y de paseo por New York.
